Fútbol y Telecomunicaciones: Un Maridaje Mundialista Histórico
En el año 1930, el compositor ruso Shostakovich podría haber referido “El ballet de las masas” para describir el primer campeonato mundial de fútbol.
Es decir, un ballet con balón.
No obstante, tendríamos que esperar hasta la Copa Mundial de Fútbol de Inglaterra 1966 para que los avances tecnológicos en las telecomunicaciones realmente convirtieran al deporte en un “deporte de las masas”. Las primeras imágenes del fútbol transmitidas en vivo fueron efectivamente en el Mundial del ’66 con la formalización de la exclusividad entre la FIFA y la Unión Europea de Transmisión (o EBU, por sus siglas en inglés), que facultó a 30.5 millones de ingleses para constituir la mayor audiencia a la fecha del Mundial.
El México ’70 se innovaría nuevamente con la primera transmisión en color, si bien aún con la limitante de los dispositivos, es decir, de contar con escasos aparatos receptores compatibles también en color. Adicionalmente, el balón oficial llamado Adidas-Telstar utilizado en ese torneo hizo honor al nombre del primer satélite de telecomunicaciones lanzado y empleado para transmisiones deportivas transatlánticas, mismo que inspiró al nombre del actual Telstar ’18.
Posteriormente, en el Mundial de 1974 en Alemania, la ubicación y disponibilidad de satélites resultó ideal para transmisiones televisivas basadas en el sistema PAL de 625 líneas por cuadro, para la correspondiente distribución audiovisual del contenido de los partidos mediante microondas, que resultaba en una imagen más nítida.
En la siguiente década, España ’82 carecería de avances significativos en materia de telecomunicaciones, con varias de las transmisiones de partidos disponibles sólo en forma de resúmenes posteriores al juego. No obstante, México volvería a innovar en este aspecto con el Mundial de 1986 al tener lugar una mejora notable en la calidad de las transmisiones superior a la de las copas pasadas. Por si fuera poco, también sería el primer Mundial en incluir gráficas para las alineaciones en su transmisión, así como fotos de los jugadores.
En Italia ’90 se marcaría un hito en materia de audio, el primero en ser transmitido con audio de estéreo en vivo.
Sin embargo, el salto tecnológico más significativo y notorio en materia de acceso a información mundialista lo tendría Estados Unidos ’94, al ser el primero en tener una página de internet con noticias y rankings actualizados de manera diaria. TICs, convergencia y contenido deportivo en los mismos vasos comunicantes a las audiencias masivas.
Finalmente, el acontecimiento más reciente y de toral importancia tecnológica fue Sudáfrica 2010, con el uso prominente de las redes sociales por los mismos futbolistas, entre otros participantes.
Hoy día tenemos el primer mundial multiplataforma, que podemos presenciar en televisión abierta, de paga (cable, microondas y satelital), por internet, etcétera, accesible en dispositivos como los aparatos receptores, smartphones, tabletas, laptops y otros. Verdaderamente masivo, multiplataforma y, con todo, cubriendo a la mayoría de los más de siete mil millones de habitantes en el mundo.
Estas han sido complementadas por la compatibilidad de pantallas o dispositivos múltiples, así como la conectividad “always on” que se han utilizado en el Mundial de Rusia 2018 y que, así como comentaría Shostakovich casi un siglo antes, verdaderamente lo harían un ballet de las masas.
De tal manera se han suscitado las primeras veces de estos acontecimientos en el ámbito de telecomunicaciones durante las diversas Copas Mundiales.
Asimismo, mediante el desarrollo e implementación de nuevas tecnologías de comunicación en el fútbol (como la realidad virtual), la diversidad de los métodos de consumo seguirá en aumento hacia nuevas y emocionantes innovaciones. Si históricamente han sido los periodos de beligerancia aquellos que han marcado el avance tecnológico, hoy bien pueden ser los eventos deportivos los que nos permiten dar seguimiento al pulso de los avances en estas plataformas, dispositivos y adopción de los contenidos.